La espiral del alambique y otros cuentos

Estas historias son el registro de una vida intensa, que a pesar de sus rudezas opacidades es reivindicada desde el gozo de la contemplación, desde la música de la soledad, y desde el humor.

Relatos como relámpagos que proyectan breves instantes de luz sobre el panorama de una vida, y nos muestran al azar, el dolor y la belleza de que fue testigo su creador. Son
también una suerte de confesión. Están urdidos como un juego de realidad y ficción. Un juego de nombres cambiados. Son historias en las que es evidente que el escritor está inmerso y de las que trata de salvarse, como de un sueño inquietante, con la imaginación y con la fantasía. Narraciones en las que el autor deja leves evidencias, pequeños testimonios, pruebas de la causa de su vida. Y tienen algo que no es frecuente: el lector saldrá de ellas conmovido.

Fragmento inicial de "La espiral del alambique"

Despertó.

Nada de lo que veía era familiar. Sintió un malestar parecido a la agonía, un abatimiento que no le dejaba moverse. Deseaba orinar pero la postración de su espíritu no se lo permitía. La luz de una ventana atacaba sus sentidos y le producía un dolor agudo bajo los párpados y en las cuencas de los ojos. Oyó una conversación en la habitación de al lado.

─Lo  que faltaba, ahora traes personas a dormir y no sabes quiénes son.

─No sé cómo ocurrió, estábamos muy borrachos.

─Hay un extraño durmiendo en la habitación de la niña. Y lo único que puedes decir es que “estábamos borrachos”.

─Esa es la verdad, no sé quién es, no recuerdo cómo llegamos…

─¿Con quién andabas?

─Con Rafa y con Mayolo.

─¿Y en dónde?

─No sé, primero en un cóctel en el Museo y después en El Peñón.

─Voy a llamar a Rafa.

─No lo molestes, debe estar muriéndose del guayabo.

Entre la confusión, trató de comprender qué había pasado y en dónde estaba. Miró alrededor, vio en la pared dos afiches con fotos de Shakira y Harry Potter. Pensó que debía salir, tranquilizar a la mujer y tratar de saber algo…